Aunque la caída de cabello no forma parte de la lista de síntomas típicos (patognomónicos) del COVID-19, muchas personas están reportando este problema, ya sea durante o después de padecer esta afección. De hecho, mucha gente están acudiendo a los servicios de dermatología, preocupadas por una caída exagerada de pelo luego de un cuadro de COVID-19, incluso leve o moderado.
El tema de la caída de cabello relacionada al COVID-19 ganó popularidad con una publicación en Twitter de la famosa actriz Alyssa Milano, en la que mostraba densos mechones de pelo en su peine, luego de haber padecido COVID-19. La actriz, aprovechó dicha oportunidad para recomendar a sus seguidores a protegerse siempre con una mascarilla o barbijo.
Algo de estadísticas: caída de cabello y COVID
Algunas comunidades de internet han hecho sus propias estadísticas acerca del problema de la calvicie producida por el COVID-19. En uno de dichos grupos, los participantes respondieron una encuesta creada por su administradora, encontrándose que cerca de un tercio de los 1700 participantes manifestaba haber padecido cierto grado de calvicie luego del COVID-19.
El estrés parece ser la clave
Todo parece indicar que el problema de la caída de cabello está relacionado con el alto nivel de estrés físico y emocional que causa el coronavirus en las personas y no un síntoma que dependa directamente del proceso viral.
Como es sabido, los altos niveles de estrés generan un incremento en la tasa de caída de cabellos debido a cambios bioquímicos en el organismo, desatando lo que se conoce como efluvio telógeno o sencillamente “shedding”. Éste fenómeno se puede observar en distintas situaciones estresantes como por ejemplo enfermedades, episodios traumáticos, estrés permanente, depresión, ansiedad, etc.
también podría darse el caso de que la enfermedad genere algunas deficiencias en vitaminas y oligoelementos, alterando el ciclo capilar. De manera rutinaria, los especialistas suelen ordenar pruebas sanguíneas para descartar deficiencias nutricionales o alteraciones hormonales como por ejemplo, problemas tiroideos.
Si una persona tiene predisposición a la alopecia o calvicie, esta caída de cabello debido al estrés generado por el COVID-19 será más notoria.
¿La caída del cabello por COVID-19 es permanente?
La principal preocupación de las personas que experimentan caída de cabello en situaciones como la que describimos (COVID-19), es si esta caída será permanente o si el pelo volverá a crecer posteriormente con normalidad.
Hay que entender que este tipo de caída de cabello o alopecia se debe a un estrés en el cuerpo, durante el cual se liberan una serie de químicos como por ejemplo adrenalina y cortisol, los cuales son conocidos por generar un acortamiento del ciclo capilar y por lo tanto acelerar la caída del cabello, llevando al folículo piloso a la fase telógena o de desprendimiento.
En situaciones normales, luego de normalizados los niveles bioquímicos en el cuerpo y cuando el estrés desaparece, el pelo debería volver a crecer normalmente.
Sin embargo, las personas que padecen de alopecia genética podrían ver ligeramente acelerada la pérdida permanente de cabello. En otras palabras, el pelo que podrían perder de forma definitiva en los siguientes años, lo perderán en los siguientes meses debido al estrés físico y emocional generado por el COVID-19.
En promedio, las personas suelen perder en condiciones normales hasta 100 cabellos por día. Durante el efluvio telógeno, esta cifra podría multiplicarse por 3. El efluvio telógeno suele durar algunos meses, en promedio de 4 a 6.
¿Qué hacer para evitar la caída de cabello debido al COVID-19?
Básicamente, lo que hay que hacer para evitar la caída exagerada de pelo debido al COVID-19, es lo mismo que hay que hacer bajo cualquier situación estresante o traumática: tratar de controlar el estrés.
Se pueden intentar terapias de relajación como por ejemplo la meditación, el mindfulness, ejercicios respiratorios, ejercicio físico moderado, yoga y principalmente garantizarle al cuerpo las horas de sueño necesarias para que se alcance un equilibrio saludable.
En casos de ansiedad o estrés intensos, se puede recurrir también a medicamentos como por ejemplo los ansiolíticos, siempre bajo vigilancia médica. También se pueden intentar terapias alternativas de comprobada eficacia como por ejemplo la aromaterapia.
Se ha demostrado que la aromaterapia aporta grandes beneficios para combatir una serie de problemas de salud, entre ellos el estrés y la depresión. Algunos aceites esenciales como por ejemplo los de lavanda, bergamota, romero, menta y naranja puede ayudar a propiciar un estado de tranquilidad y relajación sin los efectos secundarios de los medicamentos (como por ejemplo dependencias y adicciones).
Algunas personas también han reportado beneficios gracias a cambios en su dieta: disminución de azúcares, añadiendo suplementos nutricionales, vitaminas como el complejo B, minerales como el zinc, y aminoácidos como la taurina y otros oligoelementos como el aceite omega-3. También parece ser que algunas infusiones pueden ayudar a regular el ciclo capilar como por ejemplo el té verde.
En conclusión, la pérdida de pelo o calvicie debido al COVID-19 es algo que podría ocurrirle a cierto grupo de personas. En la mayoría de ellas, esta pérdida será reversible, sin embargo, si la persona tiene ya un antecedente de alopecia androgenética, esta pérdida de cabello debido al estrés producido por la enfermedad, podría acelerar una pérdida de cabello definitiva.
Quienes padecen de alopecia androgenética y creen que el COVID puede haber empeorado su cuadro, luego de superar a la infección pueden iniciar un tratamiento contra este tipo de calvicie, empleando algunos de los recursos farmacológicos conocidos y aprobados, por ejemplo el minoxidil y el finasteride.